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AMLO mostró la ambición, la avidez y los acuerdos sucios de los intelectuales con el poder
Enrique Sánchez Márquez
La Mañanera de ayer devoró gran parte de su tiempo al transformarse en algo parecido a una tertulia literaria en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador mostró la ambición, la avidez y los acuerdos sucios de los intelectuales con el poder.
Muchos, narró el presidente, se quedaron amarrados a los cheques de (Carlos) Salinas (de Gortari) y el mismo presumía su proeza: “Los tengo a todos”.
“Como se acostumbra con los pajaritos de la suerte en las ferias que se acompañan de una cajita de sorpresas, decía dame un nombre, para luego, sacar enseguida un sobre correspondiente a ese personaje seleccionado y enterarse de cuánto había recibido, contando con copias de los cheques correspondientes”, continuó.
Después de varios ejercicios comprobatorios el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari escuchó la petición de buscar otro beneficiario, el de Andrés Manuel López Obrador.
Escucharlo lo inmovilizó unos instantes para responder sorprendido, -No, ese no lo tengo y después de un fugaz silencio, completó, “Por eso es peligroso”…
Todo comenzó con la pregunta relacionada A Guillermo Sheridan a quien se le ha evidenciado como un vividor “Alcahuete” y saqueador del presupuesto de la UNAM al llevar más de 20 años cobrando sueldo luego de haber dado una clase en todo ese tiempo, López Obrador comenzó a jalar el hilo de los intelectuales que se han servido con cuchara grande el dinero del pueblo, mencionando en su disertación a Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín.
De Sheridan lo definió como toda una intelectualidad vinculada al conservadurismo y de ahí partió a todos los intelectuales que se encargaban de legitimar la corrupció y legalizar la corrupción; tenían el papel de alcahuetes del régimen, recibían muchas prebendas, eran como sociedades de grupos, de intelectuales órganicos, manejados unos por Krauze y otros por Héctor Aguilar Camín, esto desde Salinas que los cooptó a todos.
Y entonces, siguió, venían supuestamente de una corriente de pensamiento progresista que no podían unirse al grupo que en ese entonces encabeza el finado Octavio Paz que al fallecer queda como heredero de ese grupo Krause, se apropia de su legado intelectual.
Refiere más adelante que el pleito se va dando entre Paz y Carlos Fuentes, pero por las intrigas de Krause se produce una ruptura en su amistad.
Sobre esto Fuentes declara muy fuerte que todo iba muy bien hasta que se atrevesó una cucaracha.
Así se constituye ese grupo al que pertenece Sheridan.
En su tiempo Salinas manejó a los dos grupos y los va coptando tanto a los intelectuales abiertamente de derecha que pertenecian a los cercanos a Paz, como a los de Camín, de una manera lamentable.
Se habló entonces de cómo Krause hacía libros, como otros, actores o músicos que para poder vivir trabajan por necesidad aunque no tenga que ver con sus convicciones, pero hay otros a los que le va gustando o desde el principio se venden o se alquilan.
Así López Obrador puso como evidencia la decadencia intelectual a la que llegamos, a la que nos llevó la política neoliberal que no fue nada más crisis en lo económico, en lo social y en lo político y desde luego en lo moral y cerró con una pregunta abierta ¿Dónde están los intelectuales que defienden al pueblo?