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Antonio Attolini Murra
¿Cuántos Edson conocen en México? Seguramente muchos. De ese tamaño fue la grandeza de Edson Arantes Do Nascimento, mejor conocido como ‘Pelé’. Inspiración de millones, marcó una época para todos los pueblos del mundo y en especial para el mexicano. Estrella absoluta del primer mundial del que fuimos sede, el fútbol nunca será el mismo después de su partida, pues con su fútbol derrochó alegría. Es icónica la imagen en la que celebrando la gloria
en el mítico Estadio Azteca, se colocó un sombrero de Charro y se inmortalizó en el corazón de nuestra Patria.
Quienes lo vieron jugar aseguran que nunca se vio ni se verá nada igual. Quienes escuchamos del relato, crecimos con una mítica figura que se consagró como el mejor deportista del iglo XX (de acuerdo con el Comité Olímpico Internacional) y fue galardonado por la FIFA como el “más grande de todos”.
Aún existiendo un álgido debate sobre quién es el mejor de todos los tiempos, es indiscutible que todo aquello que haya hecho un futbolista contemporáneo fue hecho primero por Pelé. Es difícil concebir que cualquier regate, remate o gol haya encontrado su origen en alguien distinto que aquel futbolista brasileño que con solo 17 años ganó su primera Copa del Mundo, cumpliendo el sueño de su padre y alcanzando a tener tres en su palmarés. Más que cualquier otro futbolista y siendo que nadie a la fecha ha logrado igualar esta tremenda monstruosidad.
Quienes gozamos del fútbol como deporte, sabemos del significado que tomó Pelé para el Pueblo brasileño y su conversión a ídolo latinoamericano. Alguna vez dijo refiriéndose a “Magic” Johnson que “tanto él como yo tuvimos la suerte de hacer feliz al pueblo”. Y yo creo que esa fue la mayor virtud de Pelé.
Sabiendo de la visibilidad mediática que tomó su figura, luchó siempre por ideales que se encarnan dentro de una máxima justicia. Por eso habrá un antes y un después de O Rei Pelé.