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Ricardo Sevilla
El Presidente asestó otro bofetadón con guante blanco a Ricardo Monreal. Contra todo pronóstico, ayer AMLO afirmó que le gustaría que Monreal siga como senador de Morena… un guantazo al corazón de Monreal, empeñado es ser visto como un mártir.
Entendamos una cosa: la presencia del zacatecano en Morena es insostenible. Y es que su presencia es inadmisible por mero sentido común. Si una persona no se siente a gusto en un partido que “vulnera la Constitución”, como Monreal ha dicho, entonces tendría que irse. Si un personaje no comparte los objetivos centrales de un proyecto tendría que marcharse. Si un sujeto coincide con los objetivos conservadores y no con las necesidades del pueblo, entonces tendría que haces maletas y partir. Pero eso sería ser congruente. Y Monreal no lo es.
Pero no nos hagamos bolas, Monreal tiene razones estratégicas para quedarse. El expriísta no quiere irse porque codicia los beneficios que puede reportarle el lopezobradorismo. Desengañémonos: el presidente de la Jucopo en el Senado no está interesado en trabajar para beneficio del pueblo. Monreal no sólo se ha descubierto como un político burdamente pragmático, sino como algo peor: como un egoísta que sólo busca el beneficio personal.
Para desdicha de Monreal, AMLO ya demostró que no cederá al chantaje ni le ofrecerá el sudario del mártir. Al contrario: el Presidente se ha pronunciado en favor de que Monreal continúe en Morena.
López Obrador, que es un gran estratega, sabe perfecto que pedir la expulsión de Monreal, a pesar de que ya ha dado suficientes golpes bajos, sería obsequiarle el pretexto ideal al zacatecano para que, en su momento, saliera a vociferar, acompañado del coro opositor, que López Obrador es un dictador, un tirano, un personaje que no tolera la crítica ni el disentimiento. Para pasmo de Monreal y sus nuevos amigos, AMLO sí acepta la divergencia y el disenso y, a la larga, Monreal, será quien enfrente las consecuencias de sus traiciones. Y lo pagará en las urnas.
