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Ana María Vázquez
Sorprende el aval que Morena a través de Mario Delgado ha dado a la candidatura de Armando Guadiana para Coahuila; su contraparte, Ricardo García Berdeja, actual subsecretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, ha acusado opacidad en los comicios de Morena para la candidatura al gobierno del estado.
Sorprende cuando menos ver a Guadiana en las listas, el empresario minero que hasta hace muy poco era militante del PRI, ahora se enfunda en
la camiseta de Morena quizá pretendiendo que
se olvide su relación con Pasta de Conchos y el Pinabete, o los salarios insuficientes aunados a las pésimas condiciones de trabajo que han sido denunciadas una y otra vez por trabajadores de las mineras en las que Guadiana es apoderado y socio: Carbón Mexicano, Zapaliname, Materiales Industrializados, Río Álamo y Minera 2G.
En una declaración abierta, el aun senador
de Morena reconoció hace poco que había impulsado compras masivas de carbón por la CFE.
El escándalo del conflicto de interés por la adjudicación directa de contratos a las empresas de Guadiana aún está vigente y no obstante ello, la dirigencia del partido ha aceptado e impulsado a candidatura del empresario-senador para la gubernatura del estado. Desde este ángulo, no
se comprende la política de puertas abiertas del partido que nació siendo una opción diferente y honesta, para convertirse en refugio de expriístas
y expanistas que esconden la “vieja escuela” para declararse “mágicamente” subyugados por la magia de Andrés Manuel y, a través de ello, se visten de pureza intentando que olvidemos los detalles poco claros de su pasado inmediato.
Guadiana también es cercano al bloque monrealista y presidente de la Comisión de Energía; su paso por el penal de Topo Chico o las acusaciones de las familias de los mineros de Pasta de Conchos de acabar con pueblos en la región carbonífera no le impidieron ganar la discutida contienda para la gubernatura del estado.
Con un partido cada vez más dividido por acciones como ésta, todavía es tiempo de rectificar y que los dirigentes del partido retomen los principios básicos con el que fue fundado y no seguir apoyando a candidatos que no sean realmente de las bases.
