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Ricardo Sevilla
Sólo a los bobos y a los atolondrados se les puede ocurrir discutir si la concentración humana que tuvo lugar el domingo pasado fue mayor a la realizada 15 días antes. A la primera convocó un puñado de políticos y empresarios corruptos. A la segunda convocó el segundo líder político con mejor aprobación del mundo.
Tanto la marcha como el discurso que pronunció, el 13 de noviembre, José Woldenberg en el Monumento a la Revolución fueron eventos pensados y diseñados por Claudio X. González.
La marcha “a favor del INE” fue un fracaso. La de apoyo a AMLO, desde cualquier ángulo, fue un éxito rotundo.
Pero, a pesar de las enormes evidencias del fracaso de la primera marcha y el triunfo de la segunda, los analistas de la derecha no han dejado de denostar la movilización del domingo pasado.
Los voceros del neoliberalismo aseguran que la marcha del domingo pasado “fue un acto de masas organizado por el Estado”. Con esa irreflexiva forma de ser que los caracteriza, los “intelectuales” y columnistas que aman el chayote, sostienen que el evento estuvo convocado, estructurado y financiado por el gobierno federal y gobiernos locales.
¿Y las pruebas de sus dichos?, les preguntamos. Y, ruborizados, nos responden que no, “pues no, esas no las tenemos ahorita”. Y francamente no las tendrán nunca. Y es natural, porque están acostumbrados a hablar con imprudencia. Los “analistas” de la derecha no son, ni de lejos, personajes acuciosos. Al contrario: son sicarios de la pluma que, por dinero, venden su pluma y su influencia.
Estos golpistas, que siempre se han dejado apapachar por el chayo, jamás entenderán que el anhelo de López Obrador no era apuntalarse como Presidente (ya lo es), sino entrar en contacto con
el pueblo y, justo por eso, no pronunció su discurso desde el balcón de Palacio Nacional, sino en un templete, como en sus tiempos de líder social.
Estos beocios jamás comprenderán que López Obrador es, ante todo, un personaje querido (e incluso amado), porque tiene la capacidad de conectar con mucha gente, especialmente con aquellos que fueron los excluidos por décadas.
Y no lo harán porque son tan corruptos como mentecatos.