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Arreando al Elefante | De marchas y marchantes

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Ana María Vázquez 

El Presidente ha convocado para el próximo 27 de noviembre a las 9 de la mañana a una marcha que irá del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino y que concluirá con el Informe y posterior verbena a la que ya nos tiene acostumbrados.

Rápidamente la oposición saltó para decir que será la marcha del “ardor”, pero nada más lejano a ello, esta marcha, quizá la última en la que podremos acompañar al Mandatario, quien irá encabezando el contingente, codo a codo, será sin acarreos, sin pagos, totalmente popular y en el ambiente de cordialidad al que nos tiene acostumbrados el movimiento de la Cuarta Transformación.

Ya varios grupos como los agresivos grupos feministas (que curiosamente brillaron por su ausencia y su actitud reaccionaria en la marcha del INE) y FRENA, por ejemplo, están anunciando marchas simultáneas para “reventar”, como acostumbran. De lo que estoy segura será un paseo cordial y tranquilo; por su parte Sandra Cuevas, titular de la Alcaldía Cuauhtémoc ha declarado que “nos tendrá en la mira” por si hay acarreados o pagados, (¿por qué no lo hizo con la marcha de Claudio X.?). Otro que sorprende (a medias) es Ricardo Monreal, quien declaró que marchará TAMBIÉN esta vez (anteriormente lo hizo con la marcha de Claudio X.), porque apuesta a la “unión”.

La gran diferencia entre la marcha de Claudio X. y la del Presidente es que en esta última, cada uno sabemos por qué estaremos ahí, no harán falta panfletos, ni consignas aprendidas porque todos sabemos a qué ir.

Así, no obstante, las declaraciones incendiarias, o que pretenden infundir temor, discordantes y contradictorias de la oposición, la voz presidencial se vuelve a hacer notar para llamar al “tigre” y como antes, él mismo encabezará esa marcha que, sin lugar a duda, será una de las que marquen la historia de México. Hay algo que la oposición no acaba de entender, que el pueblo seguirá atendiendo el llamado de quien les devolvió la voz, de quien recuperó los caminos y la dignidad, de quien construye y no vende el territorio o los bienes, aquel que repite una y otra vez: “Con el pueblo, todo, sin el pueblo nada”.

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