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Jorge Gómez Naredo
Hay conceptos que se ponen de moda porque dicen algo, explican algo o dan luces sobre algo complejo de desentrañar: nos ayudan a entender procesos, situaciones o posturas. Sin embargo, hay otros que se ponen de moda porque todos los dicen y los repetimos, y uno ya no sabe ni lo que significan. Una de esos conceptos es “polarización”.
“México está polarizado”, “estás polarizando”, “el presidente está polarizando a los mexicanos”, “AMLO polarizó al país”, “no critiques eso porque polarizas”.
El concepto “polarización” suele ser usado principalmente por quienes critican a Andrés Manuel López Obrador. Culpan al tabasqueño de polarizar a una sociedad que, suponen, no debe estar polarizada.
La cuestión es que la concepción de la “no polarización” como el estado óptimo de una sociedad es un absurdo, y más en un país como el nuestro.
México se ha caracterizado, especialmente a partir de la implementación del modelo neoliberal, por la desigualdad y por la consolidación de un pequeño grupo de personas muy ricas y una amplia mayoría de pobres. Es normal que en esta condición haya puntos de vista radicalmente opuestos.
A la oposición, usar el término “polarización” le resulta benéfico, pues da la idea de que hay sólo dos posiciones: por un lado los que apoyan a AMLO y, por el otro, los que lo odian; además colocan ambos grupos como homogéneos y de un tamaño similar.
Con ello esconden que son muchísimas más las personas que ven a AMLO como un buen presidente y buen líder que quienes lo odian.
La polarización no explica lo que pasa en México, y decir que “México está polarizado” no dice mucho. La realidad es más compleja.