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Echados en la hamaca | La Marcha de la Locura

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Antonio Attolini Murra 

No, nadie quiere desaparecer el Instituto Nacional de Elecciones. No, no desaparecen los plurinominales. No, no vamos a seleccionar consejeros electorales a modo.

No son “las maromas de la política”, como le dice Julio Astillero a los argumentos en consonancia con Chumel Torres con quien discutí de esto hace unos días.

No, no han leído una sola línea de la propuesta de reforma electoral que plantea el Ejecutivo y que busca adaptar el Instituto encargado de organizar elecciones para que esté a la altura de las circunstancias del país. Lo normal. Lo esperado. Lo que la historia da cuenta que, en los hechos, ha sucedido.

Lo qué pasó en 2014, o en 1996, o en 1991 con las reformas electorales es que la visión de una mayoría política moldeó al entonces IFE y al ahora INE para satisfacer el equilibrio político y de poder de ese entonces. COMO TODA INSTITUCIÓN.

Los demócratas no creemos en el orden natural de las cosas sino en el diseño y rediseño institucional hecha por y para las personas. Sin embargo, ahora resulta que lo que siempre ha sido una anomalía (no hay un modelo de organización electoral como el mexicano en ninguna parte de América Latina) no puede ser modificado, reformado, o siquiera discutido.

Eso es lo que está detrás de la proclama #ElINENoSeToca. ¿Como que una mayoría social convertida en mayoría política no puede reformar a la institución que se encarga de organizar elecciones?

Achis, achis, los mariachis. ¿No les parece que pasemos a un sistema electoral de representación proporcional puro? ¿Piensan que el actual modelo de organización facilita la realización, sanción y validación de elecciones locales y federales? ¿Prefieren un método directo o indirecto para la selección de consejeros y consejeras electorales? Escucho sus argumentos y demos el debate.

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