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Jorge Gómez Naredo
Andrés Manuel López Obrador no propone desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE). Tampoco está apostándole al retorno del autoritarismo ni muchos menos a “eliminar la democracia” en México. Esos son discursos de los opositores que están muy alejados de la realidad.
Lo que el presidente propone es una reforma que establezca un instituto electoral de verdad, austero y eficaz.
En México, desde 1987, ha habido varias reformas electorales. Algunas han tenido efectos positivos y, otras, negativos. En ninguna de ellas se habló de la “eliminación de la democracia”. Ahora se difunde eso porque la oposición, en lugar de discutir de forma seria y profesional cómo le podemos hacer para mejorar nuestro sistema electoral, le apuesta a la mentira, a la exageración, al alarmismo y a la guerra sucia.
El INE es una institución cara, que puede hacer un trabajo eficiente con un menor presupuesto. Por poner un ejemplo: el actual consejero presidente, Lorenzo Córdova, acaba de firmar un contrato con una aseguradora para que mandos medios y altos del INE tengan hasta el 2025 un seguro de gastos médicos mayores.
Eso le costó al instituto casi 300 millones de pesos. ¿De verdad plantear la austeridad en el INE es ir en contra de la democracia?
AMLO propone, igualmente, romper con la tendencia de que los consejeros del INE sean impuestos por los partidos políticos o por las élites.
Lo que se busca es una reforma que dé certeza a nuestra democracia, y que vaya en el camino de profundizarla y arraigarla. El discurso de que “AMLO quiere desaparecer al INE” es falso, engañoso, y no ayuda a una discusión que debemos dar como país.
