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Abraham Mendieta
Es sorprendente el nerviosismo que ha suscitado en las dirigencias del PAN y del PRD algo tan sencillo como la libertad de voto de sus legisladores locales en la Reforma Constitucional en materia de Guardia Nacional, que ya fue aprobada en más de 17 congresos locales y que, según las encuestas, cuenta con cerca de un 80% de respaldo ciudadano.
Desde que el Secretario de Gobernación, Adan Augusto López, anunció su visita a los legislativos por instrucciones del Presidente López Obrador, la dirigencia conservadora ha hecho todo lo posible por forzar a sus diputados locales para que voten en contra del sentido común, como si el PAN no los necesitará más a ellos, que ellos al PAN.
Y es que en los congresos locales son mayoría los diputados opositores que están de acuerdo con la reforma, que quieren el acompañamiento de la Guardia Nacional y del Ejército, pero que atienden la indicación de sus dirigentes nacionales de votar en contra de una iniciativa que fortalece la seguridad y la paz del país.
Lamentable que los representantes populares más cercanos a sus representados, los diputados locales, en muchos casos, y con honrosas excepciones, no sean capaces de actuar por conciencia, pensando en su gente, y se nieguen a regalarle a la democracia ese pequeño gesto de rebeldía que tanto necesita.
Más allá del berrinche opositor, la reforma ya logró superar todos los filtros legales para su validez, y quedará en la historia democrática del país el ejercicio inédito del Secretario de Gobernación, que habló con todas y con todos, que construyó consensos, y que continua visitando todos los congresos, más allá de que voten por línea o por conciencia.
Tampoco se olvidará quienes, de manera electorera, se opusieron a un país más seguro.