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Sebastián Ramírez Mendoza
Recientemente, hemos podido dar cuenta del arranque de una campaña en defensa del INE, encabezada por personajes de la derecha. Esto en respuesta a la iniciativa de reforma electoral propuesta por el presidente López Obrador.
En este intento por defender a un instituto que se ha mostrado completamente parcial en el ejercicio de sus labores como árbitro electoral, hay una ola de desinformación que es ya característica de la derecha. En este sentido, es importante puntualizar lo más esencial que propone esta iniciativa: 1) reducción de diputados y senadores plurinominales, es decir, quienes no son electos a través del voto; 2) designación de los magistrados del Tribunal Electoral
y consejeros del INE a través del voto popular; 3) eliminar el financiamiento a partidos políticos mientras no sean tiempos de campañas electorales; 4) reformar el INE para crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, y unificar las autoridades locales con el fin de reducir los tos tan elevados que implica su existencia.
Como es ya sabido por muchos, el INE es el órgano electoral más costoso del mundo, y es fácil dimensionar esto si consideramos los lujos excesivos que reciben los consejeros, además de su elevado salario mensual. A pesar de que una de las premisas básicas de la Cuarta Transformación es la administración del presupuesto con honestidad y austeridad, esta última nunca llegó al Instituto de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, quienes desde hace ya tiempo se muestran abiertamente haciendo campaña por los partidos del viejo régimen.
Comencemos socializando la propuesta de reforma entre nuestros círculos más cercanos y demostremos a quienes engañan al pueblo que la gente ya no
quiere una democracia simulada, sino una participativa con la que podamos hacer de la vida pública, una cada vez más pública.