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Ricardo Sevilla
Carlos Loret de Mola no escribe ni redacta, ni investiga. El conductor estelar de LatinUs, el negocio priísta de Roberto Madrazo, no es periodista.
Desde hace años, el presentador yucateco decidió contratar a un grupo de personajes que hace la “investigación” por él.
Loret de Mola es incapaz de sumergirse en
una investigación periodística. El exconductor
de Televisa no tiene tiempo para eso. El hijo de Rafael Loret de Mola se dedica a hacer relaciones públicas. Loret, nos revela una fuente que
trabaja con el empleado de Federico Madrazo Rojas y Alexis Nickin Gaxiola (hijo y yerno de Roberto Madrazo, respectivamente), “nunca
se ha preocupado por arrastrar la pluma ni hacer reportajes”.
Detrás de las “develaciones” que ha hecho Loret en LatinUs se encuentra un equipo de reporteros, donde sobresale el nombre de Raúl Olmos, un veterano emanado de las filas de la revista Proceso. Sin embargo, hay un par de reporteros más jóvenes que, con una fidelidad y una lealtad que roza el fanatismo, se dedican a golpear los blancos que Loret y sus empleadores les indican.
Los nombres de estos reporteros que alquilan
su pluma son: Mario Gutiérrez Vega y Claudio Ochoa Huerta. El primero es un productor y guionista cinematográfico, oriundo de Irapuato, Guanajuato. Durante un par de décadas fue
el ghostwriter de cabecera de Loret de Mola.
No obstante, luego de que se dio a conocer que Gutiérrez Vega era quien preparaba los dardos pestíferos contra los enemigos de Loret, el columnista de El Universal decidió “congelarlo” y pasarle la batuta a Claudio Ochoa Huerta, un joven michoacano que egresó de la Universidad Anáhuac, una escuela fundada por Los Legionarios de Cristo, un grupo católico que, durante décadas, protagonizó múltiples casos de abuso sexual contra niños.
Tanto Olmos, como Gutiérrez Vega y Ochoa Huerta saben muy bien que Loret de Mola no
es periodista, sino, en el peor de los casos, un administrador de reportajes maniqueos y de guerras de odio que alquila sus servicios al mejor postor. Y todo mundo sabe que los mejores postores, los que compran plumas y conciencias, suelen ser los más corruptos.