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Ana María Vázquez
“A los que confeccionaron la historia no les interesaba tanto presentar el pasado, como justificar su presente”: Jorge Ibarguengoitia.
La mesa hubiera podido caerse por tanta mentira y corrupción de los que ahí se sentaban, 4 hombres, 4 ruinas y un moderador que veía más a su celular que atender a lo que decían los invitados al foro llamado “Democracia y Libertad” que se celebró en Madrid hace unos días y que fue presidido por el marqués, antes crítico del sistema que actualmente lo ha cobijado, Mario Vargas Llosa.
Detrás de ponentes destacaban las instituciones que los patrocinan: Fundación Libertad y Fundación Ricardo B Salinas Pliego (¡vaya, los dueños de Elektra!).
El tema serviría para un compendio de mentiras o de ceguera, quizá hasta para una novela de Ibarguengoitia ya que ahí estaba el juez y actualmente senador Sergio Moro de Brasil,
a quien se le demostró su parcialidad, por decir lo menos, en el juicio que encarceló a Lula Da Silva; José María Aznar, expresidente del gobierno de España, responsable junto con Blair y Bush de la guerra contra Irak que luego del 11S condenara a los iraquíes a un baño de sangre en la llamada “Cruzada contra el Mal”, mal que solo estaba en sus cabezas; las cerezas del pastel fueron los expresidentes de México (ellos mismos se nombran a sí mismos presidente, aunque por fortuna ya no lo sean) Ernesto Zedillo, protagonista del Fobaproa, en el que quebraron más de un millón de empresas, el número de suicidios aumentó exponencialmente; el de pobres creció en más de 20 millones, responsable de las matanzas de Acteal, la del Charco en Guerrero y la del Bosque, Chiapas, un asesino que mató por hambre o por bala a muchos mexicanos.
Y el último, Felipe Calderón, sus cifras: más de 120 mil muertes violentas, más de 70,000 desaparecidos; el feminicidio, secuestro y extorsión subieron 97%; robo 94% a causa de su “guerra contra el narco”, que solo sirvió para teñir de rojo todo el país.
Las cifras de la Guerra Sucia de Calderón aún se contabilizan, seguimos recogiendo destrozos de esos gobiernos fallidos, pero ellos, ciegos y sordos no están mudos, aunque por vergüenza deberían callar, ya que sus “daños colaterales” aún esperan justicia.
Zedillo elogió la forma de gobierno de su homólogo, en tanto que éste celebró la forma en que sobrellevó la crisis económica del 94 y señaló que la “democracia en México está a punto de desaparecer” y del peligro del “populismo”.