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Cuando la decisión ya había sido tomada, grupos de apoyo de la “amiga contendiente” seguían presionando para tratar de cambiarla.
Redacción Grupo Cantón.
Una vez que se formalizó el “destape” de Alejandra del Moral como segura candidata a la gubernatura del Estado de México, atrás en la oscuridad, flota un ambiente de incertidumbre ante el riesgo de que Ana Lilia Herrera se convierta en una pesada sombra de división dentro del PRI.
La diputada Herrera atraviesa por un duelo político, mezclado con rabia, coraje y desconcierto, luego que le hicieron creer que ella sería la abanderada del tricolor para enfrentar a Delfina Gómez. Con envidiable carrera en puestos públicos, innumerables triunfos en contiendas electorales y reconocida por su dinamismo y capacidad política, no dudó en buscar el apoyo de la élite política y del gran elector Alfredo del Mazo.
Contó para ello, y sigue contando, con grandes apoyos, siendo el principal del ex gobernador, Arturo Montiel, quien fue su pareja en años pasados y del ex vocero presidencial de Enrique Peña Nieto, David López, quien puso en marcha una campaña mediática que la posicionó atrás de Del Moral.
De esta forma la unidad indispensable de la que todas las fuerzas políticas hablan para ganar las elecciones se ve entorpecida por el juego de intereses que van a entrar en juego para lograr sus mejores posiciones.
Una lógica simple es que pasado el duelo interno, vaya a buscar otros caminos, como se habló en un principio con el Movimiento Ciudadano, aunque por ahora sus seguidores hablen de la gran importancia que tiene su presencia en el tricolor en busca de las mejores cuotas para ella y su equipo.
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