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Jorge Gómez Naredo
Francisco Javier García Cabeza de Vaca, aún gobernador de Tamaulipas, debe estar muy desesperado. Sólo así se entiende que haya llegado a extremos de verdad inconcebibles para impedir la toma de posesión de Américo Villarreal, el gobernador electo de dicha entidad. Primero fue la intentona de impedir el triunfo de Villarreal.
Con fraudes, con amenazas y con encarcelamiento injustificados de personas ligadas a Villarreal, García Cabeza de Vaca buscó que ganara su candidato, César Verástegui Ostos.
Pero ni el dinero ni la intimidación ni las campañas de guerra sucia fueron suficientes para impedir el triunfo de Villarreal. Y es que la gente en Tamaulipas está cansada de tanta corrupción y tanta podredumbre.
Así pues, confirmado el triunfo, Cabeza de Vaca buscó “pactar” impunidad, pero le respondieron con un rotundo no. Y fue que comenzó a atacar.
Primero filtró unos supuestos cables de Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, donde se afirmaba que Villarreal había sido financiado por un cártel. Todo fue mentira, y sólo un periodista sin ética y sin escrúpulos como Héctor de Maulón lo publicó.
Después de esto, García Cabeza de Vaca ha buscado meter a la cárcel a Villarreal. Pretende prácticamente dar una especie de Golpe de Estado.
Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿por qué está tan desesperado Cabeza de Vaca? La respuesta es simple: porque se le viene la noche.
Sus actos de corrupción deben ser tan graves, que le resultó imposible esconder las muchas evidencias. Quedan unos días para ver a Cabeza de Vaca o huyendo o tras las rejas.