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Ricardo Sevilla
Ni la alta temperatura ni la vergüenza impidieron al dúo dinámico de la traición, Ricardo Monreal y Sandra Cuevas, organizar un evento, con acarreados y aplaudidores incluidos, en la plaza pública del Monumento a la Madre, aquí en la CDMX.
El senador zacatecano, supongo que después de llenar estampitas y coleccionar álbumes de fútbol, salió a gritar e insistir en que se inscribirá “en las boletas de la elección presidencial”. Alguien lleva tiempo mintiéndole a Monreal y, sólo el demonio sabe por qué, ha creído que tiene posibilidades de suceder al Presidente López Obrador en 2024. De ese tamaño sus manías de grandeza política.
Pero seamos claros: ambos personajes, tanto Sandra Cuevas como Monreal, carecen del reconocimiento popular. De hecho, la única popularidad que han alcanzado se debe, por un lado, a las fechorías que los dos han llevado a cabo para salirse con la suya.
En lo segundo que se parecen es en su infatigable sed de poder. Es una sed que no se colma con un puñado de traiciones, como las que ha perpetrado Monreal, ni con pintarrajear las obras de los artistas urbanos ni con las metralletas que tanto le gustan a la alcaldesa que (mal) gobierna la alcaldía Cuauhtémoc.
A ese montaje dominical, que sólo los distraídos pudieran dar como cierto, sólo le faltó que, tocado un punto, la dupla Monreal- Cuevas apareciera desde un balcón arrojando pelotas con billetes de 500 pesos.
¿Serán ilusos? ¿O serán, simple y llanamente, una pareja de desfachatados? Desde hace tiempo, la gente sabe que fue Monreal quien operó detrás de Sandra Cuevas para entregarle al PRIANRD la alcaldía que tanta empatía tiene con el Presidente López Obrador y con la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum. La pregunta es: Ya, en la cruda realidad, ¿cómo pretende hacer Cuevas para sacar a su mentor del basurero de la Historia y hacerlo ganar el voto del pueblo? Necesitará un centenar de páginas para redactar ahí un cuento chino que nunca llegará a la realidad.