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Jorge Gómez Naredo
Durante años han ido y venido policías, unas con mayor presencia militar y que otras. Unas han sido usadas para lo que son las policías, es decir, para salvaguardar la seguridad de la gente, y otras para reprimir o incluso delinquir. Ahora bien, el problema del narcotráfico -como ahora lo conocemos- comenzó a surgir a finales del siglo pasado, y a partir de ello se han modificado las policías. En 1999 Ernesto Zedillo creó la Policía Federal Preventiva, que fusionó a la federal de caminos, y que se integró por elementos castrenses.
En 2009, ya con Felipe Calderón como presidente, se creó la Policía Federal, con miembros de la Federal Preventiva, pero también con elementos castrenses. Estas dos instituciones demostraron, junto con otras (por ejemplo, la Agencia Federal de Investigaciones, creada por Vicente Fox y de la cual fue director Genaro García Luna), ser un fracaso. Y es que la corrupción, la mala planeación y la carencia de infraestructura las afectaron gravemente.
Cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia de la República, apostó a la Guarda Nacional (GN), una policía conformada por militares, nuevos elementos y exmiembros de la Policía Federal.
Durante estos años, se le ha dotado a la GN de infraestructura, y se apuesta a que la Secretaría de la Defensa Nacional se encargue de su operatividad de forma permanente.
Hasta ahora, esta apuesta ha servido: se ha detenido el incremento en el número de homicidio e incluso comienza a disminuir. Pero aún falta mucho por hacer, y al presidente le parece que el mando militar
es una cuestión fundamental para que continúe así la GN.
Por eso la propuesta. Y no, no es militarizar” al país, es tener una institución confiable, que no fracase como las anteriores.