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Aunque el hombre de origen brasileño jaló del gatillo, la funcionaria argentina la libró de uno de los ataques más impactantes, puesto que el gatillo estaba encasquillado.
Aldo Arrollo Pellón.
La noche del jueves 1 de septiembre, en Argentina, tuvo lugar un suceso sin precedentes en la historia política de aquel país. Un hombre de origen brasileño apuntó con arma a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Aunque el hombre jaló del gatillo y la pistola se encontraba cargada, de manera milagrosa no se disparó.
El hombre de origen brasileño, Fernando André Sabag Montiel, durante una transmisión en vivo de la televisión pública, intentó asesinar a Cristina.
Mientras la presidenta saludaba a cientos de simpatizantes, que desde hace ya días acampan afuera de su residencia en la ciudad de Buenos Aires; debido a que se le está acusando de corrupción, y se están pidiendo 12 años de cárcel.
Situación que llevó a una confrontación violenta, ya que el alcalde de la ciudad Horacio Rodríguez Larreta, miembro del partido ¨Juntos Por Un Cambio¨,
de Mauricio Macri; colocó vallas y envió granaderos para limitar el acceso de los simpatizantes de Cristina a su residencia. Los cargos contra Cristina han sido cuestionados, ya que, el sistema judicial en Argentina tiene una larga historia de servir a los intereses de la oligarquía.
El hecho ya ha sido condenado por el gobierno argentino, el presidente Alberto Fernández declaró esa misma noche: ¨ Este hecho es de una enrome gravedad, es el más grave que ha sucedido desde que hemos recuperado la democracia¨.
La razón detrás del atentado aún no se sabe, pero el perpetuador, ya ha sido ligado a grupos de ultraderecha; en sus redes sociales, sigue a páginas
que se autodenominan logias masónicas, y grupos de odio anticomunistas. Enarbolando un discurso de odio contra los programas sociales del gobierno actual.
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