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Samuel Cantón Zetina
No falla: cuando un dirigente, funcionario o gobernante mexicano intenta justificar ante la población su riqueza, se victimiza y corre a denunciar que es objeto de ataques políticos por parte de sus enemigos y de periodistas “chantajistas”.
Los de mayor experiencia, incluso, lo advierten -para “vacunarse”-antes de ser señalados.
Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, lo hace, luego de que el fiscal de Campeche, Renato Sales Heredia, inició trámite en San Lázaro para que los diputados federales le retiren el fuero, y explique ante la ley de donde salió su “inmensa fortuna”.
Servidor público prestigiado, Sales rechazó que en la actuación contra “Alito” existan motivos personales, venganza o relación con los audio-escándalos divulgados por la gobernadora Layda Sansores.
La investigación por enriquecimiento ilícito surge del enorme contraste que hay entre sus ingresos, de los distintos puestos, y las propiedades que posee (nada más las que aparecen a su nombre).
Moreno ya fue destituido como presidente de la Comisión de Gobierno de la Cámara.
Es dueño, entre otras muchas propiedades y bienes, de una mansión de más de 100 millones de pesos en Campeche, y costosas obras de arte como cuadros, esculturas y antigüedades.
Su respuesta fue la típica de un político sucio y marrullero de los que abundan en México: “me atacan” porque no quieren que llegue a presidente.
Para esto, el tipo se anotó públicamente como aspirante a suceder a AMLO.
Otra manera eficaz y cínica de inocularse: me calumnian porque brillo (¿). ¡Ratota!
Y DE MAÑANA…