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Ricardo Sevilla
En varias ocasiones López Obrador ha recordado cuando Vicente Fox llamó a votar por Peña Nieto. Pero No fue sólo un llamado. Fox, el panista, siempre fue un aplaudidor del priísta Peña Nieto. Y esa promiscuidad política entre el PRI y el PAN es lo que la derecha quisiera que el pueblo de México olvidara.
Pero eso no será posible por dos cosas: porque la historia nos enseña a no repetir los errores del pasado y porque el pueblo de México es memorioso.
Y justo por esa memoria proverbial que caracteriza al pueblo -y que tanto desdeña el neoliberalismo- podemos recordar con absoluta nitidez la farsa que siempre han representado el PRI y el PAN. Dos partidos políticos que, por lo demás, nunca han sido opositores, sino complementarios.
No hay que olvidar que en las últimas tres elecciones: en 2006, en 2012 y en 2018, el PRIAN y sus ocasionales aliados-rémora unieron
fuerzas para combatir, con toda la fuerza de su impudicia, la llegada de López Obrador a la presidencia. Sin embargo, para la fortuna democrática del pueblo de México, estos partidos mellizos fracasaron en la última intentona.
Y justo porque no pudieron descarrilar a AMLO están rabiosamente delirantes. Y uno de los personajes más delirantes e iracundos ha sido precisamente Vicente Fox, quien, desde la cumbre de su cinismo, ha atacado sistemáticamente a López Obrador. En la derecha se
hacen los sorprendidos cuando AMLO exhibe el pacto entre Fox y Peña Nieto.
Pero, en realidad, nunca han estado impresionados. Y no lo están porque en los grupos conservadores y en la élite empresarial siempre han sabido que la supuesta rivalidad entre el PRI y el PAN, francamente, nunca ha existido, no es más que un vil montaje.