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Ricardo Sevilla
Si revisamos la historia de México, podremos notar que pocos gobiernos han sido tan denostados y vilipendiados como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Desde su arranque, el actual gobierno federal ha sido infamado por sus opositores. En cierto sentido, la administración de AMLO lleva cuatro años enfrentando calumnias y Fake News.
Los críticos de López Obrador, cuyo rasgo principal es la rapacidad, no han descansado un solo minuto.
Al contrario, en casi todos los medios de comunicación, los golpes contra el Presidente han recrudecido.
Pese a estos embates, la Cuarta Transformación continúa enfrentando los problemas que el PRI y el PAN dejaron enquistados en el pueblo de México: la violencia, el narcotráfico, la desigualdad social, así como la carencia de agua y servicios de salud dignos para las mayorías.
Mientras algunos funcionarios públicos y muchos mexicanos piensan cómo ayudar a López Obrador para que existan mejores condiciones de vida para el pueblo, hay una élite que se empeña en dinamitarlo todo.
Con la ayuda de empresarios como Claudio X. González, Gustavo de Hoyos o Alejandro Ramírez, que son algunos de los operadores más virulentos
del conservadurismo, la Cuarta Transformación ha padecido los embates del poder mediático y de la prensa mercenaria.
Y debido a que la mayoría de los medios de comunicación corporativos se han revelado como enemigos de López Obrador, la Conferencia Mañanera ha jugado un papel preponderante. Y es que, sin la información directa que el Presidente comparte a diario con el pueblo, es probable que los sicarios de la pluma ya hubieran logrado inocular su veneno en la población
