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Ricardo Sevilla
No es un secreto que la derecha siempre ha despreciado al pueblo de México. Tampoco es un secreto que los partidos conservadores realizan acuerdos en lo oscurito para saquear a la nación.
Gracias a ciertas investigaciones periodísticas sabemos que los grupos neoliberales son dueños de la mayoría de los medios de comunicación y, desde hace décadas, utilizan esos espacios informativos para defender sus idearios políticos.
No es casualidad que México, a pesar de ser uno de los 20 países más ricos del mundo, padezca una inmensa desigualdad. Y es ahí donde los medios de comunicación de la derecha juegan un papel central, porque, al responder a los intereses de sus dueños
y no a las premisas periodísticas, se convierten en voceros del corporativismo. Pero su papel va más allá de solapar a las élites empresariales.
Su tarea es más soez: mantener mal informado al pueblo. Y es que una población despierta e informada sobre su problemática económica y social jamás permitirá que ningún político o empresario atropelle sus derechos.
Los gobiernos neoliberales, los legisladores y periodistas que trabajan en favor del empresariado saben que es muy peligroso educar al pueblo porque, una vez despierto, se puede rebelar.
Hace muchos años, el escritor cubano José Martí dijo que “un pueblo culto es un pueblo libre”. Y yo añadiría que un pueblo informado ya no puede ser engañado.
Si el pueblo mexicano leyera y escuchara las noticias del mundo y del país que habita sabría
que muchos periodistas reciben línea editorial
de empresarios y legisladores que sólo velan por
sus propios intereses.
Si el pueblo mexicano se interesara por la historia y la geopolítica, de ninguna manera creería que el origen de nuestros males proviene de este gobierno.
Este gobierno, que ha sido acusado de tener a ciertos personajes siniestros tratando de obstaculizar la transformación, es completamente diferente a los gobiernos de Salinas de Gortari, Vicente Fox, de Peña Nieto o de Felipe Calderón.
Si nos empapáramos de nuestra realidad veríamos que es un despropósito comparar al gobierno que encabeza López Obrador con los gobiernos prianistas de Peña y Calderón.
