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Ricardo Sevilla
La comentocracia sigue de capa caída. Y tienen razones (espurias) para estar así: ahora ya sabemos, con datos duros, que más de tres millones de personas participaron en la elección de consejeros del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Por eso, la prensa corporativa y sus voceros, ni tardos ni perezosos, se pasaron el fin de semana descalificando. Por aquí y por allá, salieron a lanzar reprobaciones: que “Morena ya no es un movimiento”, que es “un partido obsoleto” y “oligárquico”, etcétera.
Los golpistas y los columnistas chayoteados, con esa altanería que le imprimen a todo, escribieron tuits y publicaron videos donde gritaban que el partido que llevó a López Obrador a la Presidencia que actualmente encabeza ha tenido que pasar del reparto de panfletos en la calle durante marchas y movilizaciones, al burocrático llenado de formatos de afiliación con clave de elector y CURP.
Pero el objetivo de estas huestes no era debatir, sino denostar a Morena. Y es que, para estos grupos de élite, las manifestaciones libres y legítimas donde el pueblo ha salido a clamar y reclamar sus necesidades sólo merecen la burla y el escarnio. Estos analistas, casi todos egresados de universidades fifís, siempre se han apretado la nariz, haciéndole fuchi al pueblo de México.
Tendríamos que ser ciegos o socarrones para negar que hubo golpes bajos y cierto desaseo en algunas partes donde se llevó a cabo el proceso morenista. Hubo desaliño y hasta sordidez en algunas partes. Y eso, por el bien democrático de ese partido político, tiene que atenderse.
Una cosa es irrefutable: la oposición estuvo más al pendiente del proceso interno del partido que dirige Mario Delgado que de sus propios partidos, donde ya se percibe la desolación y el fracaso.
Lo cierto es que después de que Andrés Manuel López Obrador salió a celebrar en su Mañanera el ejercicio de elección interna de Morena, se han quedado sin argumentos aquellos golpistas que, impulsados por el
resentimiento, intentaban colgarse del nombre del Presidente para impugnar el proceso.