15 lecturas
Ricardo Sevilla
Los antilopezobradoristas (que son básicamente un puñado de empresarios y una legión de periodistas chayoteros) han criticado, hasta la náusea, la estrategia del gobierno federal que habla (metafóricamente) de seguir un esquema de “abrazos, no balazos”.
En primer lugar, se nota que la oposición no entiende qué demonios es una metáfora. Va un ejemplo: Habrá que meterles a cincelazos en la cabeza qué significa una metáfora.
En segundo lugar, sorprende que sigan desacreditando a la Guardia Nacional, un ejército civil que, sujeto a leyes del fuero común, es capaz de desplegarse en todo el territorio nacional para salvaguardar a la población. Sí, para salvaguardarla y no, como ocurría durante los sexenios anteriores, para amedrentarla y, en el peor de los casos, para lastimarla.
Para nadie es un secreto que, durante el sexenio de Felipe Calderón, las Fuerzas Armadas fueron el eje central de una política que, de dientes para afuera, se desgañitaba diciendo que combatiría al narcotráfico. En seis años, el calderonato no sólo no pudo cantar victoria, sino que el Ejército y la Marina llegaron a estar penetrados por el crimen organizado.
Por si fuera poco, las policías civiles, locales y federales fueron desbordadas por la capacidad de fuego, el número de elementos y la penetración social y territorial de los delincuentes.
Ni Calderón ni su lugarteniente Genaro García Luna quisieron realmente sanear, ni formar éticamente, a los cuerpos policiacos. Y debido a ello, muchos elementos terminaron en la nómina de los criminales.
La pregunta es: ¿que el calderonato haya fracasado a pacificar el país, significa que AMLO debe renunciar a que en México haya una sociedad pacífica y respetuosa de la ley que merezca a los ciudadanos toda la confianza?¿Debe el Gobierno dar balazos y no abrazos, como clama (sin metáforas) la oposición?
Yo digo que no. ¿Y usted?