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Los datos duros | Periodistas del absurdo vs. AMLO

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Ricardo Sevilla

La enfermiza necesidad de protagonismo en el gremio periodístico no cesa. Hay autores -y autoras- que lo único que quieren es vender libros y seguir alimentando su ego. Y eso sucede, hay que decirlo con todas sus letras, cuando el maiceo escasea y, desesperados por la ausencia de chayote, los “periodistas” ya no saben qué inventar para perjudicar y para extorsionar. Y una de estas “periodistas” es, sin duda, Anabel Hernández, quien otrora era presentada no como una periodista cualquiera, sino como “la periodista”. La “periodista” -aunque ya hay quien comienza a llamarla “la reina de las inferencias”- lleva semanas acusando al Presidente López Obrador de tener vínculos con el crimen organizado. Y uno, al escuchar sus gritos y observar sus aspavientos, dice: caray, entonces ahora es cuando la “periodista” mostrará a su audiencia una cuenta bancaria con el nombre de AMLO y la del Chapo, unidos para perpetrar esa asociación aviesa.

Pero como eso no ocurre, entonces nos mordemos las uñas y pensamos: bueno, ahora que termine de desgañitarse, mostrará un video donde el Presidente recibirá maletas llenas de dinero de manos, digamos que del Mayo Zambada. Pero tampoco sucede. Y pensamos: ahora sí viene la parte donde la “periodista” soltará una bomba fotográfica, donde veremos al Primer Mandatario mexicano en casa de algún “caballero templario” comiéndose una carnita asada. Pero tampoco ocurre. Y uno, desangelado, se pregunta: ¿Entonces las “pruebas” que tiene la señora Hernández, donde afirma, a fuerza de gritos y ojos saltones, que el Presidente “pactó con el narco” es que, en un acto público en Sinaloa, saludó a la mamá del Chapo? Así de ridículas las cosas, uno se siente tentado a sugerirle a la “periodista” que para “demostrar los vínculos de AMLO con el narco” muestre la fotografía donde el tabasqueño aparece tocando la espalda de Felipe Calderón, sin duda, el peor narcotraficante de este país. Y ahí sí, valga la ironía, nadie dudaría de la “periodista”. ¡Vaya teatro del absurdo!

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