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Ricardo Sevilla
Ayer comenzaron a circular los resultados del peritaje que la empresa Det Norske Veritas (DNV) realizó sobre Línea 12. El tercer y último informe de la compañía noruega sostiene que las causas del colapso se debieron, principalmente, a fallas en las inspecciones y en el mantenimiento. El tema, como era de esperar, ha suscitado enorme controversia. De entrada, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ha rechazado el informe por considerarlo tendencioso.
Pero los voceros del conservadurismo, en cambio, lo han utilizado para lanzar saetas venenosas y dardos pestíferos contra Ebrard y, especialmente, contra Sheinbaum. Fieles a su añeja tradición de chayoteo y tergiversación, los antiamloístas responsabilizan de todo lo ocurrido al canciller Ebrard y a la Jefa de Gobierno capitalino.
Tramposamente, han dejado fuera de todo señalamiento al protagonista de esta desdicha: Miguel Ángel Mancera. Más allá de que Mancera, desde su púlpito perredista, haya votado contra de las modificaciones a la Ley minera y a favor de los intereses extranjeros, la derecha se lo ha brincado olímpicamente, apuntando directamente su dedo flamígero contra los dos personajes que encabezan las encuestas hacia la sucesión presidencial de 2024: Sheinbaum y Ebrard.
Y como los periodistas maiceados siempre has sido acérrimos enemigos de ofrecer cuentas claras, ahora quieren tapar el sol con un dedo. Pretenden hacerle creer a las personas que Mancera es un personaje impoluto. No lo es. Al contrario, este sujeto que, a través del Fondo Mixto de Promoción Turística CDMX, dio contratos millonarios al grupo Nexos, encabezado por Héctora Aguilar Camín, es quien puso en funcionamiento la línea 12 del metro y, con la mano en la cintura, dijo que era segura.
Cuando recibió la Jefatura de Gobierno y el proyecto del tren, en ningún momento levantó para decir que había errores. Él pudo evitar la tragedia que dejó 26 muertos, pero decidió hacerse de la vista gorda ante los problemas en diseño, construcción y supervisión de la obra. Ahora resulta que el corrupto Mancera, que siempre ha estado metido en la fosa de los alacranes neoliberales, sólo ha dedicado su vida política a predicar los evangelios.
