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Juan R. Hernández
Lamentablemente, esta Segunda Legislatura del Congreso de la Ciudad de México está lejos de concluir en buenos términos, sino todo lo contrario, cada vez más se recrudecen los ataques y demandas (de todo tipo)
entre sus integrantes.
Basta ver tres ejemplos, como el de la diputada del PAN, América Rangel, quien denunció ante el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la CDMX, a la presidenta de dicho organismo Geraldina González de la Vega, por discriminación hacia la mujer.
También está la denuncia de la diputada del PAN, Luisa Gutiérrez Ureña, quien señaló haber sido víctima de tocamientos inapropiados por parte de su homólogo de Morena, Nazario Norberto Sánchez, la cual
dio como resultado que en este momento tenga a un escolta que la acompañe.
Y, por otro lado, la Coordinadora del Grupo Parlamentario de Morena en el Congreso CDMX, Martha Ávila Ventura, acudió a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México a interponer una denuncia de hechos contra el diputado Ricardo Rubio Torres, del Partido Acción Nacional por actos intimidatorios.