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Samuel Cantón Zetina
Vladimir Putin es un dictador y tirano. Fríamente calculó la invasión de Ucrania. Midió que en Washington hay ahora un pusilánime condenado a no reelegirse. ¿Habría invadido con Donald Trump? Putin sueña con que Rusia vuelva a ser URSS, reagrupando a las exrepúblicas.
Y va a llegar, como Hitler, hasta donde sus enemigos se lo permitan. Ahora mismo, el Kremlin acotó a Facebook (Meta) por alertar sobre el contenido publicado por cuatro medios controlados por el estado ruso. Ya en los días de la ocupación, Putin llamó el ejército ucraniano a dar Golpe de Estado, calificando al presidente Volodimir Zelensky de “drogadicto y neonazi”.
El pecado de Kiev fue abrirse a Occidente e intentar unirse a la OTAN. Vladimir lo tomó como traición al eximperio. Fue lo que motivó la invasión. La respuesta de Occidente en defensa de Ucrania ha sido débil y decepcionante: impuso sanciones económicas contra intereses rusos, entre ellos bancos “seleccionados” para ser eliminados del sistema financiero SWIFT, además de un “paquete” de ayuda militar -con asistencia defensiva “letal”- por 350 millones de dólares. Según Trump, China se va a “envalentonar” para tomar Taiwán.
Lo anterior, después de que los gringos alentaron a Ucrania a ejercer su soberanía. Sin contar con que los rusos consideran ese suelo -como EEUU a México- una especie de patio trasero. Territorio “de seguridad” frente a eventuales ataques de Occidente. David Lynch, un estadounidense de auditorios millonarios, dedicó a Putin: “Hay una ley de la naturaleza, una ley dura y firme, para la cual no hay forma de escapar: Cosechas lo que siembras. Toda esta muerte y destrucción regresará, y te visitará…”