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Javier Cerón Espinosa
Sin duda que los veneros petroleros o conocidos como los “veneros del diablo” han dejado grupos boyantes económicamente y que desde la “bonanza petrolera” en el gobierno del entonces Presidente José López Portillo, cuando el líder poderoso era ya Joaquín Hernández Galicia (a) “La Quina”, que le dio poder y dinero a raudales, tenía una gran in- fluencia en las decisiones gubernamentales, porque era la época en que en los discursos oficiales se les decía a los “..hay que preparar- se para administrar la abundancia”.
Y estos mismos veneros, no sólo desataron las ambiciones de la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, sino de funcionarios del gobierno que querían también parte del pastel de la riqueza petrolera y fue hasta el gobierno de Salinas de Gortari, cuando se dio el llamado “Quinazo” que terminó por llevar a la cárcel a “La Quina”, para esa época Carlos Romero Deschamps, ya figuraba en la dirigencia y posteriormente mediante “amarres y artimañas” se convirtió en el líder que se eternizó por más de 26 años.
En este contexto, de ambiciones y traiciones, lo que nunca dejó de fluir fueron los ríos de dinero para el sindicato petrolero, que llegó a tener ranchos, tiendas de consumo, funerarias, negocios de transporte y hasta participación en los contratos de obras de Pemex, lo que a larga ha generado toda una generación de ricos al amparo del “oro negro”.
Esto ha llegado a ser hasta negocio de líderes no necesariamente petroleros, sino campesinos o de sindicatos que han bloqueado los accesos a pozos petroleros, bajo la con- signa de que están contaminando sus tierras y que les corresponde parte de esa riqueza, con lo cual han encontrado su “modus viven- di”, donde Pemex paga derecho de piso y eso ha sido por décadas, que han generado otros tantos millonarios y boyantes luchadores sociales y políticos.
Hasta la próxima