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Diego Cedillo
Es viernes queridas y queridos lectores, seguramente en el poniente de la CDMX, desde
un amplio despacho, el expresidente Felipillo Calderón destapará una de sus botellas de cristal de baccarat, rellena de un destilado de malta fermentada, y no precisamente para brindar por los 2mil 213 conductores que fueron remitidos al torito en esta temporada de Guadalupe-Reyes, sino porque hace 7 años, iniciaba su guerra contra el narco, en Michoacán, al asumir la seguridad con la Policía Federal y el Ejército.
Qué pensarán los principales actores políticos de aquella época, al analizar con frialdad el desempeño de su jefe, o acaso el hoy diputado naranja, Salomón Chertorivski; o el acaudalado economista, Agustín Carstens, se sentirán orgullosos de haber pertenecido a dicho régimen, honestamente lo dudo mucho.
Si de orgullos hablamos, vaya batalla campal se avecina entre los grandes capitales mexicanos por adquirir BANAMEX, pues ante las vociferaciones de Ricardo Salinas Pliego dando a conocer
su deseo por comprar los activos bursátiles, no estaría mal que antes de cualquier acto, se tomará un café con el Ing. Carlos Slim Helú, quien es el decimotercer hombre más rico del mundo y esté le enseñase el don de la prudencia.
Quizás a dicha conversación debería colarse, aunque sea de pasadita, el gobernador de Aguascalientes, Martín Orozco, debido a que el panista tomó la decisión de aumentarse el sueldo, con la excusa que el año pasado se apretó demasiado el cinturón.
POST-IT
¡Vaya tunda! le dio ayer mi paisano Mario Llergo, al presidentito del INE, Lorenzo Córdova al preguntarle si estaría dispuesto a renunciar a su seguro de gastos médicos mayores.
Debo admitir estimadas y estimados lectores, que estoy preocupado por la salud del “abogado” Córdova Vianello, ya que al recibir la propuesta de austeridad del presidente López Obrador, no vaya a ocurrir que el Consejero Presidente monte en cólera y sufra algún contratiempo en su vitalidad.
Lo anterior debido a que Lorenzito, jamás dejará de ser fifí, pero con cargo al erario público. Recordemos que hasta en el agua; ¡hay niveles!