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Diego Cedillo
Qué tan ruin y mezquina tendrá que ser la mente del “gober” Cuauhtémoc Blanco, para permanecer
en Brasil viviendo la vida loca, cuando el estado
que “gobierna”, Morelos, se hunde en un clima de inseguridad que mantiene a sus habitantes con las banquetas desiertas.
No sería mala idea que al igual que el titular del INE, Lorenzo Córdova se molesta por no recibir “billullos” para llevar a cabo el ejercicio de consulta para la revocación de mandato, ese mismo sentimiento lo tuviese para defender a las y los ciudadanos.
Pues está claro que el americanista Blanco Bravo, no tiene pensado cambiar ni hacer algo para mejorar la situación que mantiene la Ciudad de la Eterna Primavera, es ante este tipo de escenarios, donde la consulta para preguntar si se queda un gobernante o se va, tiene sentido.
Estimado Lorenzito, todas y todos los mexicanos nos percatamos de tu molestia cuando te quitan dinero público para tus excesos, pero así como tú mostraste tu cólera ante cámaras, así hay algunos ciudadanos que están hasta el copete de sus gobernantes, como el caso del Gobernador de Morelos.
Ahí es donde radica la importancia que el pueblo ponga y el pueblo quite.
POST-IT
Fue apenas el año pasado cuando en una conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, este tecleador, tuvo a bien presentarle a la -entonces- secretaria de gobernación, hoy Senadora Olga Sánchez Cordero, el tema de la menstruación digna, para eliminar
el impuesto a los productos de higiene menstrual, desencadenando que hoy sea una realidad, gracias a la apertura de la hacienda pública, a cargo de Rogelio Ramírez de la O.
A pesar de ejemplos como ese, es dantesco observar a la oposición que insiste en desacreditar a la 4T, cuando ni siquiera son capaces de cumplir sus compromisos a cabalidad o de pérdida predicar con el ejemplo.
Tal sería el caso de la Senadora Lilly Téllez, quien luce feliz, feliz transportándose en su camioneta Porsche, pero para sus paisanos, solo fue capaz de entregarles una ambulancia con más de 24 años de uso. ¡En fin, la hipocresía!
