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Salvador Guerrero Chiprés
Someter la continuidad de un gobierno al escrutinio público, fortalece la democracia participativa y contribuye a definir caminos de gobiernos y organismos autónomos.
La revocación del mandato, propuesta desde la presidencia por Andrés Manuel López Obrador, es constitutiva de la lógica de la apertura para generar una ciudadanía corresponsable en la vida política.
Ante la reiterada resistencia del 50% más uno de la autoridad electoral, el INE, incluso el mismo Presidente, abrió la posibilidad de la organización del ejercicio con la ciudadanía. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, respaldó esa postura, en el contexto de un proceso que parece complicar la legitimidad de una porción de aquella instancia.
“Imagínense, si un presidente de la República que pone a consideración de la ciudadanía su permanencia en el cargo o no, y el que se niega a llevar a cabo esta consulta son seis de once consejeros, porque no es todo el INE”, afirmó Sheinbaum al tomar distancia de la renuencia adversarial asumida por una parte de los consejeros electorales.
En el país hay una ciudadanía que, al conocer del debate, se ha planteado el dilema acerca de una defensa de la propuesta participativa de AMLO, el argumento de presunta ausencia de recursos suficientes del INE y su propia vocación crítica y apetito de crecimiento representativo y participativo.
Hay una historia de lucha por la democracia, desde Tabasco y que, en casi dos décadas, ha sacudido a todo el país, especialmente luego del 2018. Apunta hacia la consolidación en tres años, como lo dijo la doctora Sheinbaum en entrevista imperdible con este diario, en diálogo con Miguel Cantón Zetina.
