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Samuel Cantón Zetina
Hay que tener cuidado con “Duda Razonable”.
Desde un principio juzgó que los acusados (expuestos) de secuestro eran inocentes.
No dejó, con un trabajo imparcial, que el espectador fuera quien llegara a la conclusión de que fueron víctimas, o que existe una duda razonable a propósito de su culpabilidad. El documental de Netflix decidió que se cometió una injusticia con ellos. No dejó abierta duda razonable alguna. Tampoco aseguramos que sean responsables. Ya sabemos cómo se las gastan nuestros jueces y magistrados.
Tristemente, complicidades, torturas y fabricación de pruebas continúan siendo propios del sistema judicial.
Afirmamos que la mayoría de secuestradores, frente a cámaras y sabiendo que con un video podrían quedar libres, como sin duda ocurrirá con los de Macuspana, lograrían verse -tratados igual- más ingenuos que la Madre Teresa.
Tampoco escribimos que sea el caso.
Hay que irse con tiento, porque si bien muchos inocentes estén tras las rejas injustamente, igual ocurre que culpables pueden ser victimizados ante la opinión pública y soltados por manipulación de emociones de audiencias.
¡Aguas con eso! No vayan a ser esas producciones los nuevos teledramas. La jueza de control que en 2015 vinculó a proceso a los protagonistas de Duda Razonable: Darwin, Gonzalo, Héctor y Juan Luis, Maritza Medina Custodio, se defendió diciendo que entonces había suficientes elementos para determinar la existencia del delito.
“Tengo la conciencia tranquila”, declaró. Lo más importante es que los realizadores de “Historia de Dos Secuestros” nunca la llamaron para que diera testimonio de los hechos.
En redes sociales la masacraron sin piedad ni antes escucharla. Al estilo Pancho Villa: “¡Fusílenla!, después “virigüen”…
Maritza fue separada como jueza, hoy trabaja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco, y analiza demandar a Netflix por daño moral.
La miniserie -alega- lesiona su dignidad y pone en peligro su vida.