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Eduardo López Betancourt
ESPECIAL.- Por cualquier lado que se analice, discriminar es una de las peores conductas que se pueden ejercer contra un ser humano. Humillarlo, tratarlo con desprecio y más aún, expresar palabras hirientes debe constituir una acción enérgica por parte de quien tiene la autoridad y el gobierno. Son varios los lugares donde esas actitudes se muestran con intensidad, pero hay centros particularmente que, donde al efectuarse, causan efectos nocivos, como afectaciones psicológicas.
En el mundo del turismo las conductas discriminatorias son cotidianas. Los mexicanos en algunos lugares vacacionales de nuestro país, sufrimos discriminación, tal es el caso de Cancún, San José del Cabo, Puerto Vallarta y particularmente Punta Mita. En los hoteles 5 estrellas y gran turismo, si no se habla inglés u otro idioma extranjero, el trato es descortés y no faltan prohibiciones ofensivas, como no permitir el ingreso a ciertos lugares. Es sumamente preocupante que en nuestro propio país se nos discrimine.
Debe hacerse algo urgente para evitar estas situaciones agresivas, en las cuales se causa un daño irreparable. Es terrible que se nos ofenda, lacere y lastime en el extranjero, donde los que más nos atacan, son nuestros propios correligionarios o paisanos, pero mucho más lo es el sufrir el desprecio y malos tratos en nuestra propia tierra, tema al que se le deben buscar soluciones definitivas y medidas estrictas para evitarlo.
Existen organismos como contra la discriminación, pero la realidad es que su trabajo deja mucho que desear; se reclaman políticas más severas para poder erradicar dicho mal.