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Javier Cerón Espinosa
Sin duda que todo lo que ha salido a la luz pública de las elecciones sindicales en 12 secciones del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, es parte de la historia de complicidades, corruptelas y traiciones que ha vivido y que para limpiar esas prácticas las autoridades laborales van a tener que actuar con más energía, porque le apostaron a que, con la reforma laboral, ya todo se iba a transparentar y democratizar, cuando intereses añejos son el “poder tras el trono”.
Carlos Romero Deschamps, se fue de la dirigencia sindical porque así le convenía, para no ser investigado por todo el imperio económico y sindical durante que conformó por décadas, con un saqueo a Petróleos Mexicanos, que incluía desde los contratos de obras hasta la venta de plazas y el manejo de los recursos millonarios que vale el contrato colectivo de trabajo, con todas las prestaciones que por Ley le tiene que entregar la empresa.
Así es que “Deschamps, se fue, sin irse” y sus testaferros siguen fieles a su mandato, aunque ahora con un velo protector del retiro. Dónde difícilmente le van a comprobar su intervención en los comicios internos de las 12 secciones, esa tarea es de Luisa María Alcalde, Secretaría del Trabajo y Previsión Social y de Alfredo Domínguez Marrufo, que son una especie de paladines de la democracia sindical, nada más que no contaban con las artimañas de los “caciques” y eso no lo dice la Reforma Laboral.
Viene otro proceso importante en el sector energético, como es la legitimación del contrato colectivo de trabajo del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), donde el “cacicazgo” de Víctor Fuentes del Villar, está de rodillas ante Manuel Bartlett.
