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Juan R. Hernández
En el Metro se escucha y se encuentra a personajes que van desde lo más sublime hasta lo más grotesco. En este caso me tocó escuchar lo más grotesco a unos pasos de mi asiento. Dos “compas” se ponían de acuerdo de “cómo sería el jale” en la “temporada grande”.
No eran vendedores ambulantes ni tampoco algún oficio relacionado con la temporada decembrina. Eran dos malandros que se preparaban para “trabajar en territorio” en la zona oriente de la CDMX.
No me atreví a voltear a verlos. El solo escuchar la forma en que cometerían el asalto en los camiones de pasajeros o en las combis hizo que “me hirviera la sangre”.
Como si fuera un trabajo de rutina, daban el ABC de su forma de operar. A lo largo de tres calles se subirán y tras un vistazo, sabrán quien lleva la tanda, el aguinaldo o el recurso para comprar alguna mercancía.
“No se la perdones a nadie, lanza un tiro y verás cómo aflojan… y al que se ponga al pedo, te lo plomeas en las patas o le das sus madrazos”, instruyó el líder que presumía tener una pistola “calientita”.
Y así nos preparamos los capitalinos para enfrentar a diciembre y sus “ratas”.