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Samuel Cantón Zetina
No hay nada peor para cualquier entidad que tener autoridades en pleno ejercicio de gobierno, desentendidos de su responsabilidad y más preocupados por cachar otros “huesos” que por cumplir.
Como sucede en Quintana Roo, con el gobernador Carlos Joaquín González y la alcaldesa de Benito Juárez, Mara Lezama.
Lo del primero es de locos, porque aún le queda ¡un año! de gestión.
Y ya anda buscando chamba con la 4T para ser secretario de Turismo.
Lezama, por su parte, dilapida el presupuesto en promoverse para ganar las encuestas de MORENA en que se elegirá al candidato a gobernador, confiada en el apoyo del Niño Verde y del propio Joaquín.
Hace intensa y costosa campaña para atacar a los adversarios que podrían arrebatarle la nominación, con enfermizo afán en la senadora Marybel Villegas, y anuncia obras que -sabe bien no se concretarán.
Joaquín, sin embargo, se lleva las palmas: al tiempo que desvergonzadamente se promueve para otro cargo, Quintana Roo se tiñe de sangre por tanto crimen, delitos e impunidad.
Simultáneamente a que cabildea para figurar en la lista de los virreyes invitados a colaborar por AMLO, incluidos los del PRIAN, como él, México Evalúa y México SOS revelaron que las extorsiones a hoteleros crecen en Cancún y la Riviera Maya.
SE TRATA DEL IMPUESTO CRIMINAL
La incapacidad del gobernador, que mereció el repudio de la ciudadanía en las urnas -pronto, 9 de los 11 municipios quedarán en poder de un partido distinto al suyo- cobran un alto precio al sector. Aquel dato confirma lo que los quintanarroenses viven a diario: mientras sus gobernantes se distraen pensando en el después, es ya muy alarmante el pago por el derecho de piso con cuotas que van desde los $15 mil hasta los $150 mil.
El reguero de muertos en Quintana Roo es por todas partes, y ahora no solamente ocurre en regiones o barrios marginados, sino en centros comerciales, zonas hoteleras y comercios en general. Y Carlos y Mara candidateándose…
