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Diego Cedillo
En la noche del grito de Independencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, aseguran los confidentes de este tunde-máquinas, hubo opiniones encontradas, destacando la diferencia entre los dispendiosos sexenios anteriores de Carlos Salinas, Vicente Fox, Felipe Calderón y el de Peña Nieto.
Es curioso analizar como del despilfarro se puede pasar a la austeridad, con los ejemplos de Salinas de Gortari y Vicentillo Fox, pues se rumora que las finanzas de los exmandatarios no están tan bien que digamos, ya que el priísta aseguran tiene pensado rematar un inmueble al sur de la CDMX.
Y del guanajuatense Fox Quesada, se rumora que los gastos de Marthita Sahagún, asemejan la condición que alteraba el estado de ánimo de Napoleón Bonaparte con Josephine de Beauharnais (1.ª esposa y gran amor del francés), debido a que no había renta mensual que le alcanzará, semejante a lo que ocurre en el rancho “La Estancia”, ante los colosales pagos que realiza la exprimera dama, será esta razón el interés por la comercialización de la mariguana.
Por su parte, algunos de las y los ciudadanos que se encontraban en las calles aledañas al Zócalo, rememoraban que el último grito de Felipillo Calderón, la frase “asesino” se escuchaba hasta el Palacio de Bellas Artes.
No obstante, quien si debió haber pegado el grito, a de haber sido Enrique Peña Nieto, ante la noticia de su primogénita, Paulina Peña Pretelini, se casará pronto con el hijo Luis Fernando “el Flaco” Tena, será que la boda ocurra en Madrid, por aquello que el expresidente no sale de la capital española.
Ojalá el venidero matrimonio, tengan de “relationship goals”, la relación que mantiene Tatiana Clouthier con su esposo, pues en el evento del Grito, al observar el espectáculo de fuegos artificiales, bien podrían ser comparados con el Príncipe Eric y la Sirenita de la película de Disney.
POST-IT
Curiosamente en el balcón aledaño al Presidente AMLO, se encontraban los principales sucesores presidenciales, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López Hernández y Marcelo Ebrard. ¿Coincidencia?