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Diego Cedillo
Al leer que hace 89 años, se inauguraba la primera “Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica”, (Muestra de cine) en Venecia, este prosista, no pudo evitar recordar aquel filme dirigido por Enrico Maria Salerno, llamado “Anónimo Veneciano”. Cinta italiana, que sin duda habrá conmovido a más de un neoyorquino al ser difundida en los cines de la Gran Manzana, y hablando de la ciudad que alberga la Estatua de la Libertad. ¡Vaya!, mensaje envío el presidente Joe Biden, al pedir la renuncia del Gobernador Andrew Cuomo, por sus conductas de acoso sexual. Sin duda, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ante lo ocurrido por el diputado abusador Saúl Huerta, y el mensaje del Presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre que nadie está por encima de la ley. La incógnita aquí es si dichas palabras habrán llegado al Senado de la República, porque todo parece indicar que el Senadorcito Ricardo Monreal, o no escuchó, o hizo como que la virgen le hablaba. Por aquello del “no le acepto su reclamo”, expresado por Monreal Ávila, hacia Alejandro Encinas, cuando este le reprochó el no haber incluido en el periodo extraordinario el desafuero contra Saúl Huerta y Mauricio Toledo. O será acaso que con su actuación de pseudolegislador, Ricardito Monreal tiene planeado ganarse el León de Oro, así como lo ganó Alfonso Cuarón, con su famosa película “Roma”, estelarizada por Yalitzia Aparicio, pues no habrá que olvidar, cuando Monrealito era alcalde de la Cuauhtémoc, y a manera de ganar protagonismo, quería remover dicha filmación de la colonia Tabacalera.
POST-IT
Recientemente Eugenio Derbez dio a conocer que realizará una película de “Jumanji” a la mexicana, sin embargo, nunca precisó si ya empezó con ella, o todavía no. Pues con los acontecimientos ocurridos en la política mexicana, cada día que pasa, parece que alguien tira los dados de tan surrealista juego, ya que con el anuncio de Fernández Noroña que competirá para la presidencia en el 2024, ¿qué falta? Que Alejandro Moreno, quiera competir contra Enrique de la Madrid, ¡ja, ja
