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Al primer restaurante que me llevaron, cuando llegué a México, fue al Restaurante Arroyo. Recuerdo que la comida me fascinó, pero también la variedad. Me encantaron los mariachis y la cantidad de danzas, vestuarios y músicos que aparecían en el escenario. Me hice aún más fan de la cultura mexicana gracias a este emblemático lugar. Hasta ese momento todo ese arte no más lo había visto yo en películas de Pedro Infante, María Félix y Arturo de Córdoba. Eran las que pasaban en la televisión cubana.
Recuerdo que a todos esos artistas los vi en muchas fotos, en varias galerías del restaurante, acompañando a un señor. Me explicaron, en ese entonces, que se trataba de Chucho Arroyo, el fundador.
A lo largo de estos 26 años en México, hemos pasado allí varios domingos familiares, algunos eventos de Televisa y TV Azteca también. De hecho, una especial posada de este querido Diario Basta, allí la celebramos. Iba yo embarazada y recuerdo que comí como si no hubiera mañana.
Después del semáforo rojo de tantos meses, ya me urgía que abrieran. Y en mi regreso, tuve muchísima suerte pues me recibió Chucho Arroyo, tercera generación. Que chavo tan atento, preparado, anfitrión, pero sobretodo orgulloso de sus raíces. Mientras degustábamos los escamoles, gusanos de maguey, la deliciosa barbacoa,su espectacular guacamole y hasta el arroz con leche. ¡Ah sí, porque ahí me olvidé de la dieta! Me estuvo contando, con orgullo, cómo su abuelo y su abuelita arrancaron con el negocio. “Mi abuelo era amigo de todos los artistas”, me aseguró. Me dijo que para él eran más importante los amigos que los negocios. No en balde siempre está lleno de toreros y artistas, el icónico restaurante. A un lado de nuestra mesa estaba el matador Eulalio López “El Zotoluco”.
Mi querido Chucho, y su tía Lety, estaban al pendiente de todo. Junto al gerente, no perdían pie ni pisada del servicio. Allí nacieron y allí son felices. Dice Chucho que lo suyo no es trabajo. Y le creo, pues me llevó salón por salón para mostrarme como hoy la plaza de toros, la han adaptado, después del covid. Todo el servicio es al aire libre. Nos cuidan desde que te reciben el auto. El vallet le pone papel film al volante, y mientras te toman la temperatura y te dan gel anti bacterial, tocan muy alegre la marimba. La emblemática señora de los dulces mexicanos, allí está en las escaleras y toda la variedad de artistas, incluyendo al mariachi continental, traen caretas y Susana distancia.
¡A gozar que el mundo se va a acabar! Que falta nos hace socializar y regresar a los lugares donde fuimos felices. Dese una vuelta al Arroyo, pídale a sus hijos que la lleven a festejar el día de las madres. No se pierda el nuevo show de la gran cantante mexicana Angélica Vargas, y todo lo que la familia Arroyo está preparando para consentirnos.
Desde aquí una gran felicitación para mi querido Chucho. Qué lindo es ver cómo un chavo tan joven se esmere por mantener vivas las tradiciones de su familia, que es, desde hace tantos años ya, una tradición mexicana. ¡Nos vemos en el Arroyo!