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Samuel Cantón Zetina
Fue un fin de semana tranquilo: a la tempestad antecede la calma.
Esta semana va a ser de furia y empellones, por el agarrón de AMLO, MORENA y la 4T contra el INE.
Y aunque el presidente va a ser el que mas obuses reciba por no respetar el acuerdo que él mismo promovió con los gobernadores, para no inmiscuirse en las elecciones, la verdad es que no es fácil ver inocente al INE.
O libre de sospechas.
Veamos al Instituto, por ejemplo, con relación a Félix Salgado Macedonio.
Primero lo despojó de registro.
Tuvo que acudir en su rescate el TEPJF.
Para volverlo a tumbar, bajó de las candidaturas a ¡60 guindas!, entre ellos -por supuesto- al Toro Sin Cerca.
“Lo arropó” con otros que tampoco cumplieron con sus informes de gastos.
¿Y el cambio de criterio a propósito de la asignación de diputaciones federales plurinominales en coalición?
Ahora, los votos se adjudicarán al partido al que pertenezca el candidato, y solo cuando no esté afiliado a ninguno, se darán al de la coalición por la que compite.
“O cambiaron las leyes, o antes no se aplicaban, y ahora sí”, ironizó AMLO.
Así es, y fue aceptado por Ciro Murayama al reconocer que “por error” en 2015 y 2018 inmerecidamente dieron más curules a las alianzas PRI-PVEM y MORENA-PT-PES.
Muertos de remordimiento, los consejeros intentan ahora cumplir con la ley evitando que la sobrerrepresentación sea mayor a 8%.
Eligieron justamente este momento para ponerse drásticos.
Obrador interpretó que existe una estrategia (de la que formaría parte “el supremo poder conservador”, o sea el INE) para impedir que su partido conserve mayoría en la siguiente legislatura de San Lázaro.
Todavía ayer, en Coahuila, donde reiteró su deseo de elecciones limpias, expresó que la democracia sirve “para que nadie se sienta absoluto”.
Imposible no pensar que el regreso a corral del presunto violador Macedonio, y el castigo múltiple a guindas, tuvo como destinatario AMLO.
Pero la última palabra la tiene el TEPJF.
