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Rodrigo Mojica
Grupo Cantón
CIUDAD DE MÉXICO: El Más Grande, Las Poderosas, El Más Odiado, Las Gloriosas, esos adjetivos que hablan de presunción, de estar arriba, de mirar por encima del hombro, son precisamente los que a lo largo de los años le han dado identidad al equipo que surgió como antagónico en el futbol mexicano.
El América es el equipo mamón.
En los tiempos en que Chivas era el Campeonísimo, el héroe del pueblo, siempre ondeando la bandera de la mexicanidad, apareció el mamila América, el adinerado, el bonito, el que traía a los jugadores con el rostro afilado.
Luis Roberto Alves, el máximo anotador en la historia del Clásico Nacional para las Águilas, con diez tantos en Liga y dos en Copa, como parte de la historia americanista, habla en entrevista con Grupo Cantón de esa naturaleza que colocó en otro nicho al milloneta, a partir de la mente visionaria de quienes crearon al villano favorito.
“Desde como fue gestado el América, en el momento en que cae en las manos de un hombre visionario, de una persona tan importante, el que sembró los pilares de ese emporio que hoy en día es Televisa, y lo que es el club, el señor Emilio Azcárraga Milmo, él gestó al América; de hecho, mi padre (José Alves) ahí tiene una participación fundamental y protagonista, y se crea precisamente para competir contra el equipo que dominaba, sobre todo en los años 60, el equipo del pueblo, el equipo que tiene una prensa muy dadivosa, muy condescendiente, muy protectora, contra uno que iba a generar polémica, odio, sentimiento de grandeza no muy aceptada, de ahí viene esa gran rivalidad.
“Así fue creado el América, así fue concebido, para ser el cuadro, en aquel entonces, que siempre fue descrito como el famoso millonario, como los millonetas, con caricaturas de personajes con cabeza de mundo, usando sombrero, smoking, con la CA en el frente, siempre elegante; entonces, a partir de ahí, ya se empezaba a generar esa condición, ese sentimiento de ser los fresones, los mamones, los creídos, los que tenían la lana, contra un Guadalajara del pueblo, más sencillos, más humildes, con lo más básico, en esas confrontaciones sociales que vemos hasta hoy en otras áreas de la vida, pero bien marcada en el futbol”, asevera.
CATAPULTA A LA IDOLATRÍA
Zaguinho, exacto para lo que representa el americanismo, un tipo larguirucho, de zurda prodigiosa, amado y odiado, muchas veces criticado porque su futbol era de pronto trompicado, aunque letal, comparte que el partido que terminó en una bronca monumental, fue precisamente su catapulta como uno de los indiscutibles de los cremas, durante 12 años defendiendo la del Ame.
“Mi primer Clásico fue el de la bronca (86-87), había estado en los partidos previos al Mundial (México 86), pero no había tenido participación, fue mi primera experiencia que viví, tan imponente, tan impactante, como fue el Estadio Azteca ante 120 mil personas, todo ese entorno. Paradójicamente yo era suplente en el equipo, entonces el entrenador era Miguel Ángel López, me da oportunidad de entrar a la cancha, sólo se permitían tres extranjeros dentro, estaba Zelada (Héctor Miguel), Bacas (Eduardo) y Amuchástegui (Luis); adelante jugaban este último, Hermosillo (Carlos) y Farfán (Gonzalo).
“El Zurdo se decide a ponerme en el segundo tiempo, y participo en la jugada: pase filtrado, me tengo confianza, mis clásicas diagonales para buscar la recepción, patear; Zully Ledesma, portero del Guadalajara, la suelta, el balón sube, se arma como una melé entre Fernando Quirarte y Lalo Bacas, van a disputar el rebote, se caen los dos y empieza la bronca, después de todas las expulsiones, es que llega mi oportunidad como titular, ante Neza hice los dos goles, y eso fue lo que me catapultó y me permite abrir ese camino”, recuerda.
PARTIDOS ÚNICOS
Luis, aun inmerso en el futbol, aunque ahora en una faceta como analista en Azteca Deportes, vive los contrastes de estar del otro lado del rectángulo verde, pues a pesar de que está satisfecho con lo que hizo en los llanos, igual acepta que existe la añoranza de ciertos rasgos que le dio el balompié.
Sincero, dicharachero, ducho para el habla, acepta que se sufre más en esta clase de encuentros, cuando no sé es parte, por lo que preferiría estar entre los 11.
“En la cancha, en el terreno de juego, por supuesto se sufre menos, no extraño el futbol, cumplí mi ciclo, cumplí mi rol durante los casi 20 años que jugué, y salí satisfecho, con cuentas saldadas, dándole la mano al futbol. Pero sí hay algo que extraño profundamente, son ese tipo de partidos, los Clásicos, lo que se vivía previo a un Chivas vs América, y durante el encuentro por supuesto.
“Sabes lo que representa, lo que conlleva, sabes lo que puede ser tu vida en ese camino que decides seguir, en esa forma de escribir tu carrera, ya sea para bien o para mal, lo que representan ese tipo de partidos, son desafíos muy importantes, donde a nivel de todos, de ese organigrama de la institución, tienen algo muy importante por lo cual se la están jugando; para la mente de los aficionados, son partidos que quedan grabados”.
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