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CIUDAD DE MÉXICO.– Era el 5 de enero de 2008, vísperas de los Reyes Magos, María Teresa, madre de dos hijas de cuatro y seis años.
Pese a ser enfermera y laborar en la Clínica 32 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), su salario no le alcanzaba para comprar los juguetes a sus pequeñas.
Estaba separada, y aunque era el mismo predio, pero en diferentes casas, su marido vivía al lado, por lo que decidió esperarlo para pedirle dinero e ir a adquirir los regalos de Santos Reyes.
Como sabía que su esposo era muy agresivo y nunca podría hablar con él, decidió utilizar sus conocimientos de enfermería, por lo que buscó un tranquilizante que regularmente se aplica a las personas que entran a cirugía. Tomó la jeringa y esperó que llegara Ramiro.
Casi a media noche, observó que el taxi que manejaba su marido, se estaba estacionando, se acercó y sorpresivamente lo interceptó para exigirle dinero para los juguetes. (Continuará)
