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06/01/2020 05:05 / Centro, Tabasco
Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos magos llegaron de Oriente Y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el niño.
Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Y entrando en la casa vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Ésta es la única referencia bíblica de los Reyes Magos y se encuentra en el Evangelio de Mateo. La brevedad y el laconismo de la narración han dado pie a numerosas interpretaciones.
“Difícilmente habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también la investigación y la reflexión, como la historia de los ‘Magos’ venidos de ‘Oriente'”, señaló el ahora Papa emérito Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús.
SUS NOMBRES
La inscripción de los nombres Melchior, Gaspar y Balthassar sobre las figuras de tres magos ataviados a la antigua usanza persa es la primera evidencia que da identificación a los Santos Reyes.
Se trata de un mosaico bizantino del siglo VI y es parte del acervo artístico de la Basílica de San Apolinar El Nuevo, en la ciudad italiana de Ravena. Los personajes, aún no aparece el rey negro, están representados con vestiduras asiáticas y portan gorros frigios. El origen de éstos se encuentra en la región de Frigia (Asia Menor), en la actual Turquía, y está vinculado al culto del dios Mithras.
En otras partes del antiguo mundo cristiano se les atribuyeron a los personajes otros nombres, como Apellicon, Amerim y Serakin, entre los cristianos griegos. Los creyentes de lo que hoy es Etiopía los conocían como Ator, Sater y Paratoras.
¡DOCE MAGOS!
Aunque la tradición señala que tres Santos Reyes guiados por una estrella llegaron a Belén para adorar al Niño Jesús, el Evangelio de Mateo no especifica número, sólo habla de “unos magos de Oriente”.
Las primeras imágenes que se conservan sobre estos monarcas datan del siglo 3 y se ubican en catacumbas romanas, donde aparecen dos, tres, cuatro y hasta seis reyes. Incluso, relatos armenios y sirios señalan que habrían sido 12 los magos que visitaron al hijo de María y José. Dan ese número ya que lo vinculan con el número de apóstoles de Cristo.
El número se redujo a tres por ser el número de presentes, según Mateo, que los magos entregaron al recién nacido: oro (por ser rey), incienso (por ser Dios) y mirra (sustancia para los muertos, por ser hombre).
DE EUROPA, ASIA Y ÁFRICA
Las tres figuras de los Santos Reyes han cambiado con los siglos, pero Baltasar es quien más transformaciones ha sufrido. Aunque desde el siglo 7, en el texto de San Beda El Venerable se le describe como un hombre moreno, fue hasta el siglo 16 cuando los pintores los representaron negro.
“Debió ir en consonancia con la corriente más cosmopolita o universal que caracterizó el final de la Edad Media”, explica Sonsoles Nieto Caldeiro, doctora de Historia del Arte, en una entrevista para el periódico español ABC.
Así, el anciano canoso Melchor llevando oro al Niño Dios representaría a los europeos; Gaspar, lampiño, rubio y portando su obsequio de incienso, a los asiáticos semitas, y Baltasar, joven y negro, a los africanos.
¿SON ‘MOGUS’?
Si la magia siempre ha sido condenada en el Antiguo y Nuevo Testamento, ¿por qué se han aceptado a los Reyes Magos como adoradores de Jesús?
Aunque el término de mago se utiliza frecuentemente para referirse a hechiceros y personas relacionadas con las ciencias ocultas, la acepción griega de la palabra se refiere también a sabios u hombres de ciencia. Además, la palabra “mogu” en persa significa “astrólogo”, por lo que se cree que los Reyes Magos fueron observadores de las estrellas.
ÚLTIMA MORADA
En un relicario de 350 kilos de plata y oro Vermeil, en la alemana Catedral de Colonia, yacen los supuestos restos de los Reyes Magos. Este templo de estilo gótico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1996, se comenzó a construir desde 1248 para servir de última morada a los Magos de Oriente.
EL NIÑO OCULTO
La tradición de la rosca de reyes llegó a México desde España en plena época de la Colonia.
Su origen está vinculado con las fiestas dedicadas al dios Saturno, donde se preparaba un pan que se repartía entre plebeyos y esclavos. Durante el siglo 3 se introducía a esta torta un haba seca.
Quien la encontraba era nombrado “rey” por unos días. Hoy la rosca recuerda a la corona de Adviento y los tres colores del ate que la adornan, los regalos otorgados por los reyes a Jesús recién nacido.
La rosca esconde la figura del Niño Dios para recordar que María y José ocultaron a su hijo para salvarlo de Herodes.