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Recuerda: El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran hacerse hijos de Dios.

En esta navidad…

Recuerda: El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran hacerse hijos de Dios.
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22/12/2019 05:05 / Centro, Tabasco

POR: EMANUEL ELIZONDO
WWW.COALICION POR EL EVANGELIO.ORG

Nuestra cultura ha adoptado el tiempo navideño y lo ha convertido en sinónimo de alegría. No podemos ocultar la realidad de que esta celebración se ha co­mercializado en extremo. Quisiera animarte a tener una Navidad centrada en Cristo. Déjame darte algu­nos consejos prácticos que me han ayudado a mí.

RECUERDA QUÉ SE CELEBRA
La Iglesia históricamente ha tomado estas fechas pa­ra celebrar la Encarnación. Si los ángeles irrumpieron en júbilo por el nacimiento del Hijo (Luc. 2:14), ¿cuánto más nosotros, que hemos sido redimidos por la san­gre de Aquel que se hizo humano? Celebramos algo que es digno de celebrarse.

DIOS ESTÁ CERCA
Jesús creció, sudó, tuvo hambre y sed, se cansó, llo­ró… Él fue como tú y como yo, pero sin pecado. La Na­vidad celebra que tenemos a un Dios cercano, a un Emanuel, Dios con nosotros.

Nuestro Salvador no es un Dios distante. No es un Dios que mira nuestra miseria desde lo lejos. Más bien, es uno que se ha acercado a nosotros. Jesucris­to supo perfectamente lo que era padecer y sufrir. Él es un Dios que se identifica con nosotros.

LA FECHA ES LO DE MENOS
No celebramos la Navidad por la fecha, sino celebrar el evento. Lo que celebramos es la encarnación. Cele­bramos que Jesús se hizo hombre para representar­nos. Celebramos que Jesús se hizo hombre para re­dimirnos. Celebramos que Jesús se hizo hombre para rescatar un pueblo propio. Pablo dice: “Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores…”, 1 Timoteo 1:15.

RECUERDA QUIÉNES LA CELEBRAN
La Navidad no es una celebración del invierno, de la familia, ouna excusa para comer. El propósito de la Navidad es recordar a Jesucristo. El propósito es que apartemos un tiempo del año para recordar. Corra­mos con el corazón acelerado junto con los pastores hacia Belén. Inclinemos y ofrezcamos los presentes junto a los magos. Pero no nos quedemos en el pe­sebre, sino lleguemos a la cruz. Esa cruz donde Dios el Hijo, con sus manos extendidas, grita: “Consuma­do es”.

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