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BIEN SABIDO ES QUE LA POLICÍA MEXICANA ES BASTANTE DEFICIENTE
… y en ese mismo tenor encontramos a las Fiscalías y Procuradurías establecidas para defender al ciudadano.
El mayor drama se ubica en los jueces. Cualquier ciudadano que haya tenido la mala experiencia de acudir a un juzgado mexicano, necesariamente se enfrentó a una situación sumamente molesta, burocrática, ofensiva y agresiva; si pretende ver a un juzgador, lo primero que le va a preguntar una secretaria de pésima presentación, malhumorada y de gesto agresivo es: “¿para qué quiere ver al juez?”; ella es la verdadera mandona del lugar donde se imparte justicia, pero si tiene usted éxito y logra pasar esa barrera, entrará para enfrentarse con un personaje, sea mujer u hombre, que se nota ha permanecido sentado en el lugar durante horas, desatento, molesto y carente de la más mínima educación, que ni por error le ofrece tomar asiento; cuando más, dice entre dientes: “¿qué se le ofrece?”, a lo que usted entusiasmado platica su problema y el “togado” no le hace ni el más mínimo caso, sigue escribiendo o viendo documentos. Cuando termina de exponer su asunto, mismo que para nada se enteró el juez, éste lacónicamente le dice: “váyase, todo se resolverá conforme a Derecho”.
La amarga experiencia anterior le dejará en claro que para nada fue escuchado y que sus puntos de vista le son indiferentes al juzgador.
Los jueces son ajenos al dolor humano, son burócratas que años se han pasado sentados en un mullido sillón y lo único que han hecho es inmoralmente vender sus sentencias al mejor postor y ante ello solo hay una alternativa, el cambio de esos jueces que si bien es cierto, algunos son honestos, la inmensa mayoría son sinvergüenzas y lo cierto, carentes de capacidad intelectual para la noble función de darle a cada quien lo suyo. Con estos jueces de pacotilla México está perdido.