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QUE HAGAN CAMBIOS SÍ, PERO CAMBIOS REALES, EFECTIVOS…

Pasan los días, los meses se van acumulando en el calendario y muchos asuntos, muchas cosas –asuntos y cosas– relativas a la administración pública federal todavía no tienen los resultados apetecibles. Y por desgracia, los pillos, a los que menciona el Presidente, los que saquearon al país en tiempos pasados, resulta que los “honorables” jueces mexicas les otorgan, a destajo, todos los amparos habidos y por haber. Mala señal. Y claro, muchos medios de difusión, aprovechan los “salvamentos” judiciales de los criminales de cuello blanco, para achacarle al Presidente todos los males. Terrible señal. Viene esto a cuento porque acabo de estar en mi democrática peluquería, en donde el maestro es un oaxaqueño, y todos los que asistimos al rito del corte de pelo, allí, en este sitio, se dan rienda suelta a los dimes y diretes, a lo que los ciudadanos perciben y de cómo califican la actuación presidencial. Estábamos ocho greñudos. Los ocho coincidieron en que –como arriba lo escribí– las cosas no están bien. Y aquí viene algo que puede trascender: ¿Qué hizo el Sultán Harún al-Raschid, cuando sus subalternos le comentaron la mala imagen que su gobierno estaba teniendo en la población? Pues ni tardo ni perezoso se disfrazó de mendigo y salió a las calles, a los barrios más apartados, a los mercados, para escuchar de viva voz lo que sus súbditos pensaban de él. Al regresar a palacio empezó a corregir todos los errores que lo habían llevado a ese desprestigio popular. Cambió todo para bien del pueblo y llegó a ser con ello un hombre de cualidades y aprobado como gobernante. Ojalá y esta lección moral la lean nuestros gobernantes y tomen el ejemplo del Sultán. Que hagan cambios sí, pero cambios reales, efectivos, no cambios para que todo siga igual. La historia estará al pendiente. El pueblo es el que sufre o el que goza con las decisiones sabias o negativas de los políticos. El pueblo, por lo tanto, es el que va a calificar los hechos y va a ser el juez universal e histórico del trabajo de diputados, senadores, presidentes y funcionarios. El pueblo no olvida. El pueblo va a agradecer si hay cambios que lo favorezcan, el pueblo va a ser duro, va ser intransigente y va a señalar con el dedo flamígero a aquellos que no cumplan con las políticas del bienestar común. Que salgan a la calle pero disfrazados, sin que los reconozcan. Así debe ser. Vale.

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