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marzo 28, 2024

Los ingredientes de la dieta mediterránea ayudan a prevenir estos males, pues influyen en la serotonina, ligada a ellos.

Bulimia y anorexia: Come y lucha contra ellas

Los ingredientes de la dieta mediterránea ayudan a prevenir estos males, pues influyen en la serotonina, ligada a ellos.
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Centro, Tabasco

Seguir una dieta mediterránea podrá estar asociado con un riesgo menor de padecer trastornos de la alimentación, como la anorexia o la bulimia nerviosa. Al menos eso es lo que sugiere un reciente estudio, que demuestra que la dieta que seguimos puede tener un papel protector contra el riesgo de sufrir trastornos de la alimentación.

Para llevar a cabo este estudio, se seleccionó a 11 mil 800 mujeres. Los resultados obtenidos les lleva a sugerir la posibilidad de que la dieta mediterránea esté inversamente relacionada con la incidencia de anorexia y bulimia nerviosa. Además, indican que encontraron menos riesgo de sufrir trastornos de la alimentación cuanto mayor era el consumo de aceite de oliva y de cereales.

En cualquier caso, refieren que el papel protector de la alimentación se da en mayor medida cuando llevamos la dieta completa, que cuando se consumen alimentos aislados.

Según dicha investigación, el factor protector podría deberse al papel que algunos nutrientes típicos de esta dieta tienen en la serotonina, ya que ésta podría jugar un rol importante en la patogenésis y patofisiología de los trastornos de la alimentación como la anorexia.

INCONSISTENCIAS 
El estudio excluye a hombres, debido a que no pudieron recabar suficiente información de participantes masculinos y, aunque ser mujer está asociado con un mayor riesgo de padecer trastornos de la alimentación, el excluir información podría sesgar los resultados.

El estudio no hace diferenciación entre anorexia y bulimia, ni entre los subtipos de dichas enfermedades, por lo que podrían estar perdiendo información relevante para los resultados.

FALTA MAYOR PROFUNDIDAD 
Los investigadores no tuvieron en cuenta variables como el contexto social y familiar de las mujeres participantes, el historial familiar de trastornos de la alimentación, entre otros, que podrían incidir y alterar los resultados.

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