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Tragos amargos

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“Se me pasó la mano”, dijo Christian Nodal,  se emborrachó durante el show que presentó en el Centro de Eventos Pedregal, en Costa Rica. Así empezó El Potrillo y tuvo que visitar el centro de rehabilitación, para controlar el alcoholismo. Bueno,  Chente no canta mal las rancheras, muy bien diría yo. También le entraba con enjundia al tequila.

El Charro de Huentitán le comentó a Gustavo  Adolfo Infante, que tenía un truco para beber y no salir en hombros.  Usaba una boquilla estrecha y eso le permitía empinarse la botella.

Lo que nadie le ha preguntado: “su  estilo de empedarse ¿era un comercial de la marca? o es para envalentonarse”. Como  efecto inmediato:   estimulaba  el machismo. Todos los seguidores querían empinar el codo como Chente y sentirse muy sácale punta, muy charros.

El otro efecto: el consumo del tequila  y la promoción  de la marca. Yo creo que Chente tenía su mochada con los agaveros. Si no la tuvo, que desperdicio  de comercial. Imagínense, una primera figura, un ídolo como el garañón, durante años ¿haciendo la misma rutina? Cundía el ejemplo: emborrachó a todos los machotes, sus fans.

Volviendo a Christian, su  juventud le da poder. Emborracharse en el show es una buena puntada, una travesura. Que le pregunté a José José, si consumir alcohol es una travesura.

La fama es muy demandante y cuando estás joven,  te sientes Superman. Poco a poco el artista  descubre, que los buenos tragos, gustosos, se vuelven amargos con el consumo sin control. Pero en fin, como bien reza el dicho: nadie experimenta en cabeza ajena.

Nodal empieza a sentir los efectos de la fama.  La responsabilidad de un artista, se traduce en profesionalismo, porque el público merece todo el respeto, porque es quien lo hace popular y hasta millonario. Es algo mágico. Christian, cuida la varita mágica.

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