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Salinistas quieren controlar a Morena

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Cuando le preguntan al presidente Andrés Manuel López Obrador algún tema sobre el movimiento que creó, Morena, siempre responde (palabras más, palabras menos), que no está metido en temas partidistas. Que él se ocupa de gobernar.

Quizá no estaría mal que de repente AMLO le echara un ojo a lo que ocurre en Morena. No lo debería desestimar. Él es responsable moral de lo que haga su partido, incluidos los viajes en aviones privados de la encargada de la dirección nacional, Yeidckol Polevnsky.

Pero son otros dos los problemas más delicados que hoy enfrenta Morena. El primero: el salinismo, derrotado en el PRI, tiene ya un pie metido en el partido de AMLO. Y podría hacerse del control de las dos posiciones más importantes con la dupla Yeidckol-Mario Delgado.

Yeidckol quiere ser presidenta formal. Su origen es salinista: entró en la política por recomendación de Raúl Salinas con Manuel Camacho. Ella nunca se ha deslindado de Raúl.

Mario Delgado su posible compañero de fórmula, es subordinado político de Marcelo Ebrard, quien tras la muerte de Colosio fue designado asesor de Carlos Salinas en Los Pinos. Ebrard trabajó para Salinas en dueto con su amigo Juan Enríquez Cabo, y tampoco se ha deslindado del salinismo.

El segundo caso delicado tiene que ver con el gen priísta autoritario que cargan algunos en Morena. Lo evidenció la semana anterior el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Esta autoridad ordenó a Morena restituir los derechos como militante y consejero del partido a Alejandro Rojas Díaz Durán. Había sido suspendido por tres años. Su pecados: criticar a Yeidckol y pretender competir por la Presidencia de Morena.

El desafuerito le salió mal a la Nomenklatura morenista, que aún está a tiempo de frenar al salinismo, su enemigo histórico.

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